Acerca de nuestra iglesia

Una iglesia para la familia

Quienes somos

Somos la Iglesia Pentecostal unida Latinoamericana, la cual fue fundada en 1982 por el misionero Eliseo Duarte quien fue enviado desde Colombia por la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia, hoy mas de 30 años después contamos con 135 sedes al rededor del país y seguimos creciendo.

Somos una organización autónoma sin animo de lucro con un carácter estrictamente religioso, somos la continuación de la iglesia primitiva que relata el libro de los Hechos de los apóstoles. ENTONCES, nos reconocemos miembros del cuerpo de Jesucristo, y por lo tanto hermanos en la fe, todos los que profesamos los mandamientos establecidos por el Espíritu Santo en Hechos 2: 38 – 39.

Declaramos esforzarnos para guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz, profesando nuestra adoración a un Señor, poniendo en práctica: Una fe y un bautismo, ya que tenemos un solo Dios y Padre de todos en todos.

EN QUE CREEMOS

La Iglesia Pentecostal Unida Latinoamericana abraza la doctrina de la Unicidad de Dios con sus implicaciones cristológicas y practíca el bautismo en el nombre de Jesús. Por eso es considerada como parte de los pentecostales del nombre de Jesucristo o apostólicos.

Creemos que la Biblia es inspirada por Dios Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia’ 2 Tim 3:16

La Biblia es la única autoridad dada por Dios al hombre; por tanto, toda doctrina, fe, esperanza y toda instrucción para la Iglesia debe ser basada en, y armonizar con la Biblia. Debe ser leída y estudiada por todos los hombres en todas partes y solamente puede ser entendida por los que han sido ungidos por el Espíritu Santo. l Juan 2:27

“Ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo 2 Pedro 1:20-21

NUESTRA MISION Y VISION

Nuestra misión es predicar el evangelio de Jesucristo conforme a lo que la biblia enseña para que cada oyente encuentre la salvación y la vida eterna.

visionamos en nuestra comunidad hombres, mujeres, niños y familias transformadas por el poder del evangelio lo cual afectará positivamente la vida de cada uno de ellos, creemos que Dios levantara un pueblo numeroso donde veremos milagros y prodigios.

Una iglesia para la familia

Articulos de Fe

Creemos que la Biblia es inspirada por Dios, la infalible Palabra de Dios. “Toda la Escritura es inspirada
por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Timoteo 3:16).

La única inspiración escrita dada por Dios que el hombre posee, es la Biblia, por lo tanto, toda doctrina,
fe, esperanza e instrucción para la Iglesia debe ser sustentada y estar en armonía con ella. Debe ser leída
y estudiada por todos los hombres, y no puede ser plenamente comprendida sino bajo la dirección del
Espíritu Santo: Lucas 24:45, Mateo 4:4.

“Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una
antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en
vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación
privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios
hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:19-21).

Naturaleza de Dios

Creemos en el único Dios viviente, de atributos absolutos:

Infinitud
Autoexistencia
Eternidad
Inmutabilidad
Inmensidad
Omnisciencia
Omnipresencia
Todopoderoso

La Escritura afirma que Dios puede ser conocido, porque Él es causa primera de todo, Romanos 1:19, 20, 28, 32. Dios es indivisible, inmaterial, sin partes, sin cuerpo y por lo tanto libre de toda limitación, Él es Espíritu y se refleja en la creación, Juan 4:4.

El primer mandamiento es: “Oye Israel, el Señor nuestro Dios, el Señor uno es” (Marcos 12:29) y (Deuteronomio. 6:4).

“Un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos” (Efesios 4:6).

Emanuel: Dios con Nosotros

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otros tiempos a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo” (Hebreos 1:1-2).

El Dios Invisible prometió manifestarse para darse a conocer, y lo cumple mediante su encarnación en Isaías 7:14, 9:6, 35:4, 52:6; Mateo 1:21-23.

“… a través del velo, esto es, de su carne” (Hebreos10:20).

“Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; mas me preparaste cuerpo. Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron. Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, como en el rollo del libro está escrito de mí” (Hebreos 10:5-7).

Creemos que Jesús es Dios: Juan 20:28, Romanos 9:5, 1 Juan 5:20.

Creemos que Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre: Juan 5:27, 1 Corintios 15:47.

Este único Dios verdadero, Jehová del Antiguo Testamento se manifestó así mismo como Hijo, cuando anduvo entre los hombres, y como el Espíritu Santo después de la ascensión: Romanos 9:5, Juan 16:7, Juan 14:15-17.

El Único Dios verdadero, Jehová del Antiguo Testamento se hizo hombre, y Él como Hijo del Hombre nació de la virgen María, como Pablo dice: “E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, Justificado en el Espíritu, Visto de los ángeles, Predicado a los gentiles, Creído en el mundo, Recibido arriba en gloria” (1 Timoteo 3:16).

“A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron” (Juan 1:11).

Este Único Dios verdadero se manifestó en carne, es decir en su Hijo Jesucristo: “Que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados” (2 Corintios 5:19).

Creemos que “… en Él (Jesús) habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” (Colosenses 2:9).

“Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda la plenitud” (Colosenses 1:19).

Por lo tanto, Jesús era hombre y Dios: Juan 14:9-10.

En su carne, era el Cordero o sacrificio de Dios, Él es el único mediador entre Dios y el hombre. “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1 Timoteo 2:5). Apocalipsis 1:8.

“Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras” (Juan 14:9-10)

“Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el
Todopoderoso” (Apocalipsis 1:8).

El Nombre

A Dios se le llamó de diferentes maneras: “El”, “Eloha”, «Elohim”, entre otras. Pero su Nombre “Jehová”, es revelado a Moisés en el Antiguo Testamento. Éxodo 6:13.

La profecía de Isaías se cumplió cuando la Biblia dice: “Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros” (Mateo 1:21-23).

“Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12).

La importancia del Nombre de Jesús está relacionada con el ser que representa, y no con el sonido mismo de la palabra Jesús, que significa Jehová salva.

Creación del Hombre

Creemos que en el principio Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, inocente, puro, perfecto y sin pecado. “Este es el libro de las generaciones de Adán. El día en que creo Dios al hombre, a semejanza de Dios lo hizo. Varón y hembra los creó; y los bendijo, y llamó el nombre de ellos Adán, el día en que fueron creados” (Génesis 5:1-2).

“Él, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo…?”
(Mateo 19:4).

Dios dio señorío al hombre sobre todo lo creado, Salmos 8.

Caída del Hombre

Por el pecado de desobediencia, Adán y Eva, los primeros de la raza humana, cayeron de su estado original y Dios los expulsó del Edén. Desde entonces, por la desobediencia de un hombre, el pecado entró en el mundo.

“He aquí, solamente esto he hallado: que Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones” (Eclesiastés 7:29).

“Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23).

“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” (Romanos 5:12).

“Porque, así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos” (Romanos 5:19).

La Gracia de Dios y La Salvación del Hombre

La gracia es el favor inmerecido por el cual Dios rescata al hombre, habilitándole para una vida nueva, pasando por alto en su paciencia los pecados pasados. “Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quién Dios puso como propiciación por medio de la fe en
su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados” (Romanos 3:24-25).

“Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente” (Tito 2:11-12).

“Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (Juan 1:17).

El cristiano debe guardarse en la gracia y el amor de Dios, para conservar su salvación. Cuando una persona comete trasgresión y peca contra Dios, si continúa cometiendo pecado y no se arrepiente, finalmente se perderá y será lanzado al lago de fuego: 2 Pedro 2:20-21.

Judas habla de los que tornaron atrás y de su recompensa, Judas 1:4-6.

“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios” (Efesios 2:8).

La Fe

“Es, pues la fe, la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1).

La fe, como capacidad de creer es innata y requiere ser orientada para salvación, al oír el Evangelio de la gracia de Dios.

“Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá” (Romanos 1:17).

“Por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios” (Romanos 5:2).

“Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por medio de la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida” (Romanos 5:10). “Pues si por la trasgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia” (Romanos 5:17).

“Y por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas las naciones por amor de su nombre” (Romanos 1:5).

Creemos en la fe como acervo doctrinal. “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:13).

Arrepentimiento y Conversión

El arrepentimiento significa cambio de dirección, con la decisión de reconocer a Cristo como Señor.

“Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan” (Hechos 17:30).

El arrepentimiento genuino, es la confesión y abandono de los pecados. Juan el Bautista predicó el arrepentimiento, El Señor Jesús lo proclamó, y los Apóstoles lo enfatizaron, tanto a judíos como a gentiles. Hechos 2:38, Lucas 13:1-5, Hechos 3:19, Lucas 24:47.

Bautismo en Agua

La palabra bautizar quiere decir sepultar o sumergir, empapar totalmente. Romanos 6:4-5. La manera escritural del bautismo es por inmersión, y es sólo para aquellos que han creído al Evangelio, se han arrepentido, con la decisión de apartarse de sus pecados y del amor al mundo.

En obediencia a la Palabra de Dios debe administrarse invocando el Nombre de nuestro Señor Jesucristo, de acuerdo con Hechos de los Apóstoles 2:38, 8:16, 10:48, 19:5, 22:10, 22:16, obedeciendo así lo dicho en Mateo 28:19 y 1 Corintios 1:13.

El Bautismo del Espiritu Santo

La palabra bautizar quiere decir sepultar o sumergir, empapar totalmente. Romanos 6:4-5. La manera escritural del bautismo es por inmersión, y es sólo para aquellos que han creído al Evangelio, se han arrepentido, con la decisión de apartarse de sus pecados y del amor al mundo.

En obediencia a la Palabra de Dios debe administrarse invocando el Nombre de nuestro Señor Jesucristo, de acuerdo con Hechos de los Apóstoles 2:38, 8:16, 10:48, 19:5, 22:10, 22:16, obedeciendo así lo dicho en Mateo 28:19 y 1 Corintios 1:13.

El Nuevo Nacimiento

El nuevo nacimiento se da cuando se es engendrado por la Palabra, es decir, al nacer de ella, y se refleja en la persona mediante el arrepentimiento, la conversión y la obediencia al Evangelio. “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”
(Juan 3:3).

“De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).

“Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas” (Santiago 1:18).

“Habiendo purificado nuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre” (1Pedro 1:22-23).

“Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios” (1 Juan 3:9).

“Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe” (1 Juan 5:4).

Los Dones

Los dones son dados para capacitar a los miembros del cuerpo de Cristo, y siendo provenientes de Dios, no son dados para uso particular, ni para enaltecimiento personal. Estos dones son permanentes como manifestación del Espíritu Santo para provecho, edificación de la Iglesia y propagación del Evangelio. «Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe, por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere” (1 Corintios 12:7-11).

“Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación. El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que profetiza edifica a la Iglesia” (1 Corintios 14:3-4).

La Santidad

Se define como un atributo moral de Dios que nos comparte en Cristo, también se entiende como la dedicación exclusiva a Dios.

“Y esto erais algunos; Mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificadosen el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios» (1 Corintios 6:11).

Vivir piadosamente caracteriza la vida de todo hijo de Dios, para andar de acuerdo con el modelo y ejemplo dado en la Palabra de Dios.

“Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres. Enseñándonos que renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente” (Tito 2:11-12).

“Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición, cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al
que juzga justamente” (1 Pedro 2:21-23).

“Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos12:14).

“Sino como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy Santo. Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación;
sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (1 Pedro 1:15-19).

Sanación por Intervención Divina

La primera promesa que el Señor (Jehová) hizo con los hijos de Israel después de haberlos sacado de Egipto, fue de salud. El Señor dijo: “… Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, (Jehová-Rapha, El Señor sana) e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová
tu sanador” (Éxodo 15:26).

Nuestro Señor Jesucristo recorrió toda Galilea, predicando el Evangelio del reino y sanando toda enfermedad en el pueblo: Mateo 4:23-24.

“Jesucristo es el mismo ayer, y hoy y por los siglos” (Hebreos 13:8).

Los sufrimientos vicarios del Señor Jesucristo, ofrecidos por la salvación de nuestras almas, alcanzaron también la salud de nuestros cuerpos “… por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:5).

“…El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias» (Mateo 8:17).

La sanación es para los que creen: 1 Pedro 2:24.

Jesús dijo, hablando de los creyentes: “…Sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán” (Marcos 16:18).

Más tarde Santiago escribió en su epístola a todas las Iglesias: “¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la Iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho” (Santiago 5:14-16).

La Iglesia

La Iglesia es el cuerpo de Cristo, conformado por los llamados del Señor para salvación, incorporados a ella por la obediencia a la verdad. “Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mateo 16:18).

Sus prácticas y doctrinas están contenidas en la Palabra de Dios. “Y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza a la Iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de aquel que todo lo llena en todo” (Efesios 1:22-23).

“Un cuerpo y un Espíritu como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación” (Efesios 4:4).

“Y él es la cabeza del cuerpo que es la Iglesia, él que es el principio, el Primogénito de entre los muertos para que en todo tenga la preeminencia” (Colosenses 1:18).

Partimiento del Pan (Santa Sena)

La Santa Cena es un memorial de la muerte de Jesucristo, del que participan los que están en comunión con Dios y su pueblo.

Representa la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz, con el propósito de llegar a la unidad de la fe. “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón” (Hechos 2:42-46).

“La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan” (1 Corintios 10:16-17).

“Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:5-7).

La noche en que fue entregado, el Señor celebró la pascua con los apóstoles, después de lo cual
instituyó la cena o partimiento del pan. “Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí. De igual manera después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta Copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama” (Lucas 22:19-20).

Pablo instruyó a la Iglesia sobre cómo observarla: “De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo de Señor, juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen. Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos no seríamos juzgados; mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo. Así que, hermanos míos, cuando os reunís a comer, esperaos unos a otros. Si alguno tuviere hambre, coma en su casa para que no os reunáis para juicio” (1 Corintios 11:27-34).

Así fue instituido el uso del pan y del fruto de la vida, los cuales se toman literalmente, como emblema del cuerpo partido y de su sangre derramada. Hay también un significado espiritual y una bendición al participar de la cena, la cual es en memoria de su muerte hasta que Él venga, y constituye la confesión de que todos los que participamos de ella somos un cuerpo.

El Reino de Dios

Es el gobierno que Dios ejerce por su Espíritu en los creyentes.

“Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” (Romanos 14:17).

Cristo, como el Mesías es la encarnación de ese gobierno y se evidencia que Él es el Señor, y a Él están sujetas todas las cosas. Lucas 2:10-11, Hebreos 1:8 “…He aquí el reino de Dios está entre vosotros” (Lucas 17:21).

Según la profecía de Daniel este reinado será sempiterno. (Daniel 2:35- 44)

La Resurrección

La resurrección es la esperanza del cristianismo y se fundamenta en que Cristo resucitó de entre los muertos, primicias de los que durmieron es hecho “En cuanto a mí, veré tu rostro en Justicia; estaré Satisfecho cuando despierte a tu semejanza” (Salmos 17:15).

“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (Juan 11:25).

“Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero” (1 Tesalonicenses 4:16).

La resurrección de Jesucristo es la piedra angular de la fe cristiana. “Y si Cristo no resucitó… vana es también vuestra fe” (1 Corintios 15:14). Romanos 1:4.

Igualmente creemos que los santos resucitaremos: 1Tesalonicenses 4:16.

Así mismo la Biblia define que habrá resurrección universal: Hechos 24:15.

“De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán. Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo; y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre. No
os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los Que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; más los que hicieron lo malo, a resurrección de
condenación” (Juan 5:25-29)

El Recogimiento de la iglesia

Creemos que el recogimiento de la Iglesia está próximo y que pasaremos ante el Tribunal de Cristo, dando así fin a la dispensación de la gracia. Romanos 13:11; 2 Corintios 5:10.

“Tampoco queremos hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4:13-17).

“He aquí os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta y los muertos serán resucitados incorruptibles, y otros seremos transformados. Porque es necesario que esto
corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria” (1 Corintios 15:51-54).

“Más nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor
Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas” (Filipenses 3:20-21).

Este gran acontecimiento se efectuará antes de la gran tribulación.

“Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra. He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona” (Apocalipsis 3:10-11).

La gran tribulación

Es la ira de Dios contra este mundo pecador, y en este tiempo Dios se volverá a Israel para levantarlo. “En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será
libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro” (Daniel 12:1).

“Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie seria salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados” (Mateo 24:21 -22).

“Y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llamas de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder” (2 Tesalonicenses 1:7-9).

“De estos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: He aquí vino el Señor con sus santas decenas de millares, para hacer juicio contra todos, y dejar convictos a todos los impíos de todas sus obras impías que han hecho Impíamente, y de todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra él” (Judas 14-15).

Segunda Venida del Señor

Jesús viene por segunda vez en persona, y todo ojo le verá. Está claramente expuesto por el mismo Señor Jesús, fue Predicado y enseñado en la Iglesia primitiva por los apóstoles.

“Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria” (Mateo 24:30).
“Y entonces se manifestará aquel Inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida” (2 Tesalonicenses 2:8).

“He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén” (Apocalipsis 1:7).

El Milenio

El milenio es el período de la restauración de todas las cosas dichas por los Profetas y los Apóstoles.

“Lo que vio Isaías hijo de Amóz acerca de Judá y de Jerusalén. Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones. Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arados, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra” (Isaías 2:1-4). Isaías 11:1-10.

Entendemos que, aunque las Escrituras enseñan la restitución de todo, no encontramos dónde se hable que el diablo, sus ángeles y todos los pecadores, toman parte de dicha restitución.

“Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años; y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo” (Apocalipsis 20:2-3)

Los Juicios de Dios

Creemos y aceptamos que cada dispensación termina con un juicio; en ese orden encontramos, el juicio después de la gracia, conocido como el Tribunal de Cristo, ante el cual comparecerá cada creyente salvo para ser recompensado según su obra. 2 Corintios 5:10, 1 Corintios 3:13-15, Romanos 14:10. “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno
reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo” (2 Corintios 5:10). La gran tribulación termina con el juicio de las naciones. Mateo 25:31-46. En el Juicio Final participarán todos los hombres que hayan muerto sin Cristo, y los que estén sobre la tierra en el tiempo de purificación. Este juicio se efectuará al final del milenio, y también se le conoce con el nombre de Juicio del Gran Trono Blanco.

“Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego” (Apocalipsis 20:11-15).

La Iglesia no será Juzgada en este Tribunal, sino que ella misma intervendrá en el Juicio que Dios tiene preparado. “¿O no sabéis que los santos han de Juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser Juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas? ¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida?” (1 Corintios 6:2-3). “En el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio” (Romanos 2:16).

Cuerpo Ministerial

Consideramos que el ministerio es la habilitación dada por Dios al creyente, para ejercer una función de servicio y edificación del cuerpo de Cristo. “Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente, apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas” (1 Corintios
12:27-28). Efesios 4:11, 12, Romanos 12:6-8, 1 Corintios 12:5-11.

Aunque el llamamiento al ministerio es de origen Divino, la Palabra de Dios contiene suficientes enseñanzas sobre los requisitos que debe llenar el candidato a servir en el ministerio, y corresponde a los ancianos de la Iglesia examinar y determinar cuándo son dignos de aprobación. 1 Timoteo 3:10, 4:14, 5:17.

El Matrimonio

El matrimonio es un estado honroso que fue establecido por Dios desde el principio, “Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:21-24). Mateo 19:5 y Hebreos 13:4.
Creemos que el matrimonio es una unión que debe perdurar mientras viven los dos cónyuges. Al morir uno de ellos, el otro estará libre para casarse, y no peca si lo hace en el Señor. Romanos 7:1-3, 1 Corintios 7:39.

Divorcio: Es factible sólo cuando las causales se ajusten a lo estipulado en la Palabra de Dios. Mateo 19:9.

Plan Financiero de Dios

Dios siempre sensible a la necesidad de su pueblo, estableció su plan financiero que comprende: Diezmos, ofrendas, primicias, votos y donativos de ayuda a los necesitados. Mateo 23:23.

No debemos robar a Dios su porción, es decir, los diezmos y las ofrendas. Deuteronomio 12:6,
Malaquías 3:10, Hebreos 13:16, Proverbios 3:9, Hebreos 7:2-10.

Iglesia y Estado

Estamos de acuerdo con la separación entre la Iglesia y el Estado, y que ninguno debe intervenir en los asuntos propios del otro, pues así se cumple el precepto bíblico “Respondiendo Jesús, les dijo: Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Y se maravillaron de él” (Marcos 12:17).

Los creyentes pueden participar en actividades cívicas de acuerdo con sus preferencias políticas, pero siempre reflejando sus ideas personales y no las de la Iglesia, que siempre es neutral en este sentido. Al mismo tiempo, todos los cristianos deben obedecer a las autoridades civiles, leyes y disposiciones que de ellas emanen, siempre que no contradigan sus principios cristianos o los obliguen a hacer cosas en contra de su conciencia. Romanos 13:1-7.

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